Cuanto más nos acercamos a la tercera edad, nuestro cuerpo sufre modificaciones en cuanto a nuestra movilidad, estamos más cansados y nuestra recuperación es más lenta. Esta falta de movilidad puede finalizar en una limitación funcional ya sea por la propia edad o por un accidente traumático, por ejemplo, una caída.
Al vernos sometidos a una disminución de nuestra movilidad y una peor recuperación tendemos a no movernos o a no mover la sección de nuestro cuerpo que tenemos más delicada. Al hacer esto creamos una limitación ya que el cuerpo lo que no usa, lo debilita.
¿Cómo podemos retrasar o mantener nuestro cuerpo para que esa disminución de movilidad no se traduzca en limitación funcional?
La respuesta es sencilla, y aunque parezca obvia, es simplemente moviéndonos. Con esto ayudaremos a que nuestras articulaciones y nuestra musculatura se mantengan activas. De hecho, la OMS recomienda que 10.000 pasos al día son los necesarios para evitar enfermedades como la diabetes, hipertensión u obesidad.
¿Y si aún teniendo hábitos de vida saludables y haciendo ejercicio regularmente sufrimos una caída? ¿o alguien de nuestro entorno de edad avanzada tiene una limitación en la movilidad?
Esta respuesta aunque sencilla, es un poco más compleja que la anterior, y es que en este punto debemos más que nunca acudir al personal sanitario. En este caso la Fisioterapia es la encargada de este tipo de situaciones.
En el caso de una caída o accidente traumático, la Fisioterapia ayudará con distintos tipos de técnica y ejercicios, como pueden ser: movilizaciones, masoterapia, gerontogimnasia y un largo etcétera de posibilidades siempre adaptadas al paciente.
LIMITACIONES FUNCIONALES
Como hemos dicho al comienzo de este artículo la falta de movilidad crea cierta limitación funcional, pero hay muchas formas de limitaciones funcionales aparte de las relacionadas con la movilidad, como son la tolerancia al trabajo, el manejo personal, el cuidado de sí mismo, habilidades interpersonales…
Como fisioterapeutas, en el campo donde más podemos actuar es en la movilidad. La capacidad funcional de una persona puede verse alterada, generalmente disminuida, por varios factores de riesgo. Entre ellos se encuentran las enfermedades crónicas, las cuales por sí solas, aumentan las posibilidades del adulto mayor de perder la capacidad de funcionar por si solo en la vida cotidiana y de morir.
Algunas de esas enfermedades son la hipertensión arterial, diabetes mellitus, cardiopatía coronaria, artritis y artosis, entre otras. Otros factores de riesgo a considerar son los síndromes geriátricos como son las caídas, pérdida de equilibrio, mareos o incontinencia urinaria.
FISIOTERAPIA Y EJERCICIO
Con ejercicio físico y tratamiento se puede llegar a disminuir e incluso evitar esos factores de riesgo y por lo tanto las limitaciones funcionales.
Cualquier tipo de actividad física que la persona pueda realizar, va a ser buena para mejorar su estado y así evitar en un futuro tener alguna limitación funcional que le impida realizar su vida con normalidad.
Dentro de la amplia gama de actividades físicas que hay, existen algunas que son más convenientes, como pueden ser:
Caminar.
Ejercicio en piscina: ya sea natación o alguna actividad concreta guiada siempre por un profesional.
Pilates terapéutico: el Pilates es una actividad que se ha puesto mucho de moda y que tiene muchos beneficios para nuestro cuerpo. Esto va a ser así siempre que lo realicemos bajo la supervisión de un profesional que nos paute las posturas, ritmo, fuerza e intensidad acorde a lo que podemos realizar y que nos viene bien
Gerontogimnasia: es un tipo de gimnasia que se puede hacer en grupo o individual, y consta de una serie de ejercicios guiados por un profesional, que garantiza la movilidad completa de todas las articulaciones de nuestro cuerpo.